En el cruce entre la comunicación, la tecnología y el desarrollo, hay muchas ideas que sólo se entienden… después de probarlas, porque en la mente se ven de una forma y en la práctica son diferentes.
Esto que vas a leer no es teoría, son fragmentos de cosas que nos pasaron y de las que entendimos después.
Lo escribimos como quien anota algo para no olvidarlo o como una forma de pensar en voz alta.
Oct 25-Por Gabi
Ayer, por unas horas, medio internet se detuvo.
No hubo catástrofe global ni apagón de energía.
Solo se cayó una región de AWS: la famosa us-east-1.
Y de pronto, la nube mostró lo que realmente es,
una computadora de otro, muy grande, muy cara, y muy lejos, con otras leyes.
Todo quedó en pausa: servicios, APIs, dashboards, las vidas digitales de miles de empresas que juraban tener “redundancia”.
Pero la verdad es que todos estábamos parados sobre el mismo piso, y ese piso tembló.
Richard Stallman lo dijo hace años:
“La nube es una trampa.”
Y no hablaba de tormentas eléctricas, sino de algo más profundo,
de la dependencia disfrazada de innovación,
de entregar el control de tus datos y tu libertad
a cambio de comodidad y marketing.
El mercado nos llevó hasta acá,
costos bajos, modas tecnológicas,
y la ilusión de que si está “en la nube”, está seguro.
En perrovaca.com no renegamos de la nube.
Nos parece maravillosa.
Pero también creemos en el viejo servidor,
ese que sigue ahí, bancando la contingencia,
como el pariente que siempre tiene una linterna cuando se corta la luz.
Porque al final, la libertad digital, como la de verdad,
no está en delegar todo.
Oct 25-Por Gabi
Desde que nos mudamos, allá por julio, en la esquina del techo de nuestra habitación aparecieron, de repente, dos nuevas inquilinas.
Arañas de las casas, Pholcus phalangioides, de patas finas y paciencia infinita.
No sabemos en qué momento llegaron, pero una noche, acostados, las vimos: estaban allí, casi sobre nuestras cabezas.
Una más grande, la otra más chica.
Viven a un metro de distancia una de la otra, como dos vecinas que se saludan desde el balcón.
A veces una cena mientras la otra observa; otras parecen acercarse, pero nunca demasiado, siempre mantienen su espacio.
Una noche una de ellas movía las patitas delanteras, diríamos las manos, de manera frenética.
Pensamos que estaba tejiendo, pero no, estaba “amasando” su comida y de pronto, glup, se comió el bocadillo.
Con Silvita les inventamos historias:
que son pareja, que son madre e hija, que se pelean por un mosquito o que se turnan para vigilar.
Siempre en femenino, porque “araña” lo es.
Pero la verdad es que no sabemos quiénes son, ni nos importa mucho.
Cada noche, antes de dormir, las miramos.
No sabemos si se sienten observadas o ni nos registran.
La cuestión es que no hacen ruido, no molestan, no exigen nada.
Solo están.
Y nos recuerdan que hay muchas formas de convivir,
un poco compartir cosas, otro poco respetar el espacio,
y entender que la vida, incluso en su versión más diminuta,
ya es un espectáculo completo.
Oct 25-Por Silvita
Tercer domingo de octubre, en Argentina se ubica el día de la madre en esta fecha, que no es una fecha en sí misma sino un lugar en el calendario. Entonces pensé que era buen momento para escribir algo, así que después de un delicioso desayuno, mientras los niños se “autoguardan” en cajas y Vaca va de un lado a otro sin entender nada, un poco preocupado por los cachorros humanos, otro poco porque no lo metan a él, yo escribo estas palabras en el teclado “rosa” que me acaban de regalar.
Vamos entonces al lugar común: ¿Qué es una madre? ¿aquel ser sacrificado que lo da todo por sus hijos, como dicen las tarjetas de salutación y los poemas de todas las épocas??? ¿O tal vez será esa mujer que un día decidió que podía dar amor y convertir un proyecto en una pequeña versión de sí misma??? ¿O la que busca sanar sus propias heridas para dar lo mejor y entregar al mundo una nueva generación de personas con menos traumas, menos enojos y más amor? O será todas ellas y muchas más. La que en ocasiones necesita estar sin ellos aunque, a veces, los extraña (otras veces no ja). La que sabe que no los puede alejar de la tecnología y libra luchas internas entre apagarle la pantalla o dejarlos ver y a veces necesita esa paz mental. La que se come un alfajor a escondidas porque está un poco cansada de comer lo que queda. La que abraza para calmar, la que lee cuentos y se esfuerzas por hacer voces distintas para cada personaje. La que lee y ya. La que se aprende las canciones infantiles a fuerza de escucharlas 597 mil veces y las canta en el auto aunque vaya sola. La que ya fue a terapia, hizo reiki, medita, mira recetas saludable aunque después no las cocine. La que cambió todo el tema del cumpleaños dos semanas antes porque, ya no quería hacerlo de fantasmas. La que dijo: el cumpleaños se hace de lo que hay o no se hace. La que encargó un juguete, vestido o accesorio que recorrió medio país porque en su ciudad no lo encontraba. La que dice “quién me mandó a tener un hijo/a pero no se imagina la vida sin él/ella, ni hablar la que decidió tener más (me incluyo aquí). La que buscó por muchos años, la que sigue buscando. La que lo vio partir demasiado pronto.
(una lloradita y seguimos)
La que se descubre diciendo las mismas frases de su madre y siente escalofríos. La que encuentra cosas que nadie más puede, porque si voy yo seguro que aparece. La que recuerda todas las fechas, la que no recuerda algunas fechas pero le pone onda. La que los viste combinados. Las que los viste y punto. La que lleva de todo en la cartera “por las dudas”. La que rie pensando en todas las cosas insólitas por las que lloró en el embarazo. La que piensa en todas la capacidades que desarrolla día a día y como incluirlas en el CV, como mediadora, coaching motivacional, líder de equipo, administradora, gestora de riesgo, fotógrafa personal. La que sube 30 fotos por día. La que no sube ninguna. La que considera que sus hijos, sin importar la edad, hacen obras de arte. La que piensa “que bonita cochinada” pero dice que hermoso y lo pone en la heladera. En fin, un montón.
Podría seguir y estaría escribiendo hasta el próximo tercer domingo de octubre. Intenté incluir todas aquellas cosas que siempre, o casi siempre, están, que no nos definen, pero nos acompañan. Las cosas de tarjeta están las tarjetas para la vida diaria están las madres de carne y hueso.
Así que ahí seguimos, dando lo mejor, riéndonos de nosotras mismas, poniendo el cuerpo y el alma. Claro que las que tenemos el mejor compañero al lado todo nos queda un poco más simple.
Por todo eso… ¡Feliz día a todas las madres!
Oct 25-Por Gabi
Hoy quería escribir
pero no sabía sobre qué
Y mientras pensaba en eso
me vino esa pregunta que escuché alguna vez.
Si un árbol cae en el bosque y nadie lo escucha
¿hizo ruido?
(sí, lo vi en Los Simpson)
Tal vez escribir sin saber qué decir
sea algo parecido
Uno deja algo ahí
sin saber si alguien lo va a ver
ni si va a importar
Y está bien
A veces escribir es
dejar caer el árbol
Sep 25-Por Silvita
En una entrevista o un comunicado es tan importante lo que se dice como las palabras y los tonos que se utilizan.
Hay frases que parecen inofensivas, pero pueden generar incomodidad, rechazo o sensación de ataque. Poco importa la intencionalidad, si existe o no, de la pregunta cuando se cuenta con estrategias para no perder el eje de la conversación, mantener la calma y resolver exitosamente.
Se encendió el grabador, el micrófono o la cámara, ahora hay que llegar al mejor final.
Qué decir... es tuyo... que NO decir es lo mío.
Aquí te dejo algunos ejemplos de frases que conviene evitar y cómo transformarlas para que el mensaje llegue mejor.
Recomendación extra: si el tema de la entrevista es complicado, o algo de tu actividad puede generar preguntas incómodas, imaginá las más difíciles y pensá cómo responderlas, pero no lo estudies de memoria, se nota y queda mal.
Sep 25-Por Silvita
Imagina una organización con diferentes áreas abocadas a distintas actividades. A una de esas áreas se le asigna un proyecto. El tiempo es limitado y solo disponen de la mitad de lo que naturalmente demandaría la tarea.
Varias personas integran el equipo, una lidera, organiza, acompaña, toma decisiones, hasta contiene, mientras los demás cumplen y se ocupan de distintas partes.
A medida que el tiempo se achica, el estrés se agranda y todo se pone cada vez más difícil.
Hay quejas, discusiones, mucha tensión.
Alguien dice “esto está sacando lo peor de todos”.
¡Alto!
¿Está sacando? ¿O está mostrando?
Porque unos dejan todo, horas de más en la oficina, en la casa, los fines de semana.
Otros cumplen lo justo y se van a casa.
Algunos desde otras áreas preguntan cómo ayudar. Otros, no se involucran.
Entonces, ¿lo peor o lo verdadero?
Las crisis no inventan personas nuevas. Las crisis muestran.
Muestran prioridades, límites, empatías y hasta contradicciones.
No es una foto, es una radiografía y el aprendizaje está en observar, no en juzgar. ¿Qué revela la presión de cada uno de nosotros? Y más aún: ¿qué revela de la cultura del equipo y de la organización en la que trabajamos?
Ago 25-Por Silvita
Anoche estuvimos con Gabriel en una degustación de vinos. Surgió como una salida casual, de esas que nos recuerdan que no todo es rutina, agenda y obligaciones. El lugar elegido fue Wine Windows Palermo, por calle Gorriti, en la zona conocida como Palermo Soho. Ahí estaban Marcelino y Romina para guiarnos en la degustación de vinos de la Bodega Viña Las Perdices, donde nos deleitamos con un Sauvignon Blanc, tres malbec de diferentes “terroir” (o terruño como traducen los Españoles) de Mendoza y un Cabernet Sauvignon.
De paso elegimos algunas cositas ricas para acompañar que resultaron todos aciertos, jamón crudo, frutos secos, pasas de uva, queso camembert, pan con aceite de oliva.
Con una introducción más bien teórica sobre las características del suelo, el clima y la mano del hombre nos transportaron a las distintas alturas mendocinas y de pasadita, hasta tocamos un poquito de tierra chilena.
La primera botella fue Casablanca, del Valle homónimo en Chile. Un Sauvignon Blanc muy intenso, el típico aroma a ruda, que entre conocedores a veces llaman “pis de gato” y que le queda perfecto. Pero también venía algo más vegetal, un toque salvaje y elegante a la vez con un fondo de fruta blanca. Entre los asistentes, que éramos una veintena de personas, comenzaron a surgir todos los platos que bien acompañarían, aunque tal vez una copita mirando la nada, podría haber ido perfecto. A Gabi le pareció bien para unos mariscos o rabas crocantes en la mesa de un bar de playa.
El segundo fue un Malbec “Exploración La Consulta”, con aroma intenso y por allá algún pimiento asado, muy redondo. Entraba frutado pero no hay que dejarse engañar, el final seco y un retrogusto bastante persistente permanecía largo rato. Alguien sugirió que iba bien con mollejas; Gabi pensó en una tortilla babé con chorizo colorado, de esas que piden pan y sobremesa, yo lo ubicaba en el centro de un asadito compartido.
Siguió otro Malbec “Exploración”, delicioso, untuoso con cuerpo, algo de ciruela y madera como notas que llenaban las sensaciones. Aquí la imaginación ya nos llevó al lado de la cruz de un asador, cortando carne a cuchillo y llenando la copa sin miedo.
La cuarta copa se llenó con el tercer malbec: “Exploración Gualtallary”. De color más intenso y reflejos violáceos. Una nariz potente nos ofrecía notas a madera, fruta madura y algunas especias. Un buen guiso de lentejas fue una de mis primeras opciones de acompañamiento.
El último fue un Cabernet Sauvignon “Exploración Gualtallary”, seguíamos con rojos intensos y aromas potentes. Unas notas de pimientos y fruta cocida integrado con especias y tabaco. Y Gabi dijo, yo voy con un pastel de papa, porque no todo iba a ser carne, no????
Ago 25=Por Gabi
Me lo preguntó Lorenzo, caminando conmigo a la escuela. Tiene 7 años. Le contesté que venía la facultad y después, el trabajo. Y que muchos también trabajan mientras estudian una carrera. Me volvió a mirar, procesando.
“Entonces vos decidiste estudiar computación y listo”.
Me quedé pensando en eso. En lo claro que él todavía ve la vida. Para él, todo encadena: jardín, primaria, secundaria, facultad, trabajo. Por ahora, las únicas complejidades están en la escuela: si un amigo no lo saluda, si alguien se porta mal, si le toca ser arquero.
No sé en qué momento esa claridad se va nublando. En qué parte del camino empiezan los atajos, las bifurcaciones, las dudas y las vueltas. Pero sí, sé que lo admiro. Su forma de ordenar el mundo tiene una lógica simple que desarma cualquier overthinking adulto.
Tal vez lo difícil no sea crecer, sino no olvidar cómo pensábamos cuando todo era más claro.
Ago 25-Por Gabi
Hoy cumple años perrovaca. No la marca. El perro, Vaca.
Vaca cumple 9 años. Nueve años de acompañarme a mí, a mi esposa, de ver nacer a mis hijos y convertirse en su mejor compañero de juegos (y a veces, de peleas).
Intenso es su segundo nombre. Pide comida como si no hubiera un mañana. Trae sus juguetes para que se los tiremos, pero nunca los entrega fácil. Le encanta que lo corran, que jueguen con él como si fuera uno más.
Siempre encuentra la forma de dormir a mis pies. Y si intentás acariciarlo, se vuelve loco. No entiende el mimo tranquilo, lo vive como una fiesta. No tiene raza. Siempre digo que lo ensamblaron en Tierra del Fuego, un intento de Jack Russell con patas largas, cabeza chica y una oreja rebelde que se le va para el otro lado.
No sabe leer, pero este texto no es para él. Es para mí y para los demás.
Feliz cumpleaños, Vaca. Te queremos mucho.
Tu Familia humana.
Ago 25-Por Gabi
Hoy me crucé con la frase: "Unicidad de mando, carencia de. No se debería tener más que un jefe".
Eso me dio curiosidad ¿de dónde venía y quién lo había dicho? Google de por medio, me encontré con Henri Fayol, un señor de principios del siglo XX que, propuso 14 principios para administrar cualquier organización.
Fayol hablaba de fábricas, obreros y gerentes. Nada que ver con perrovaca.com, donde los únicos empleados oficiales son ChatGPT, Canva y nosotros que somos jefes, gerentes y empleados a la vez, todos juntos en la mesa del comedor que es la sala de juntas.
Pero, leyendo sus ideas, me dieron ganas de adaptarlas a nuestra realidad.
Así que acá van: los 14 principios de administración de Henri Fayol… versión perrovaca.com
División del trabajo
Cada uno se encarga de lo que mejor hace…
A veces quien comenzó la tarea, termina lavando los platos, atendiendo a los chicos y diseñando al mismo tiempo.
Autoridad y responsabilidad
La autoridad se comparte, la responsabilidad… también.
Si algo sale mal, lo arreglamos entre todos, o el primero que lo ve, o el que tiene una mano libre, aunque el culpable haya sido el perro (Vaca).
Disciplina
Cumplir con lo que se acuerda, aunque nadie esté encima vigilando.
Porque si no nos respetamos a nosotros mismos, ¿quién lo va a hacer? Cada uno al tanto de sus tareas, aunque siempre sirve un “no te olvides de” a tiempo.
Unidad de mando
Un solo jefe por tarea.
Si ChatGPT recibe órdenes distintas, se confunde y termina escribiendo un poema romántico en lugar de un plan de marketing.
Unidad de dirección
Todos compartimos el mismo objetivo
En nuestro caso, cada proyecto es un objetivo.
Subordinación del interés individual al general
El gusto personal no puede imponerse a lo que necesita el proyecto…
Aunque a veces cueste dejar el “a mí me gusta así” o la idea que nos enamoró.
Remuneración del personal
Pago justo para todos…
incluso para ChatGPT y Canva, que cobran puntualmente su cuota mensual.
Centralización
Decidir todo en un solo lugar evita perder energía en discusiones inútiles.
Acá las decisiones se toman en la mesa del comedor, mejor si es con mates de por medio.
Cadena escalar
Comunicación clara
No necesitamos una jerarquía enorme, pero sí saber quién decide qué y a quién consultar antes de meter mano sobre todo en esos temas en los que “uno la tiene más clara”.
Orden
Cada cosa en su lugar y un lugar para cada cosa.
Amamos Google Drive, a veces… Otras veces lo que mejor funciona es la agenda de papel y los papeles de colores.
Equidad
Tratar a todos con respeto, sin favoritismos
Incluso si alguien tarda más en entregar (hola, ChatGPT con conexión lenta y Canva en modo “creatividad dudosa”).
Estabilidad del personal
Mantener a las personas (y a las IA) contentas para que no se vayan.
En nuestro caso elegimos los proyectos que nos motivan y nos desafìan, esos nos mantiene entusiasmados siempre y renovar las suscripciones a tiempo es política de Estado.
Iniciativa
Probar ideas, experimentar y no quedarnos esperando “la oportunidad perfecta”.
Muchas veces la oportunidad es arremangarse y hacerlo.
Espíritu de equipo
Trabajar juntos, apoyarnos y celebrar hasta las pequeñas victorias.
Ago 25-Por Gabi
Hace tiempo me propuse algo que cambió por completo la forma de trabajar: antes de aceptar una tarea, primero conozco al cliente. Escucho, pregunto, entiendo. Y recién ahí, si siento que hay conexión, hago una propuesta sincera. Y lo más importante: confirmo si yo también lo elijo como cliente.
Puede sonar raro. Pero aprendí, a veces por las malas, que cuando la relación no fluye, el trabajo tampoco. No tiene que ver con las formas, ni con el trato. Es algo más sutil, más profundo. A veces tiene que ver con la historia de la empresa, con las personas que la dirigen, con el modo en que piensan o con lo que quieren construir.
La química existe. Y en el trabajo también.
Por suerte, hace rato que aprendí a confiar en ese instinto. Y cada vez que elijo bien, lo confirmo: los vínculos sanos hacen que el trabajo fluya, que haya respeto, ganas, motivación. Sí, a veces hay roces, momentos difíciles, pero cuando la relación está bien plantada, eso no es un problema. Es parte del camino.
Jul 25-Por Gabi
En estas vacaciones, entre mates y charlas, Silvita se sentó con su mamá a dibujar el árbol genealógico familiar.
A simple vista parece un ejercicio de memoria. Pero en realidad, es mucho más.
Cuando los recuerdos se vuelven borrosos, no es solo el pasado lo que se pone en juego, sino también la identidad, los vínculos, las heridas y los silencios que cada generación trae consigo. Detrás de cada nombre, de cada rama, hay historias que explican más de lo que parece. Y a veces, también dolencias.
Desde hace un tiempo, Silvita viene explorando la biodecodificación. No como respuesta mágica, sino como una forma de mirar distinto. De entender cómo lo que vivimos, o lo que no se dice, puede dejar huellas en el cuerpo.
Esta escena es parte de eso. Un intento por entender. Por cuidar. Por sanar.
Muchas veces usamos lo cotidiano como punto de partida. Las cosas que nos pasan en la vida, con los chicos, con nuestros padres, en la ruta, en una charla inesperada, nos enseñan mucho sobre cómo convivir mejor. En familia, en pareja, y también en el trabajo.
Continuará por Silvita
Jul25-Por Gabi
Tengo un trabajo en relación de dependencia.
Horario fijo, días fijos. Ahí todo está definido: tanto las tareas como el inicio y el cierre. En síntesis, todo más o menos bajo control.
Además, tengo perrovaca.com.
Mi empresa. Donde las decisiones no pasan por instancias superiores, donde puedo elegir el rumbo con total libertad.
Ahí no hay horarios, ni llegadas tarde, ni vacaciones, ni días por enfermedad.
Con lo bueno y lo malo, lo mejor… es que me lo tomo con calma.
Porque aunque suene contradictorio, el secreto no está en separarlo todo, sino en saber convivir con eso.
A veces las ideas salen mientras estamos merendando.
O resuelvo algo técnico mientras juego con los chicos.
Dejo una tarea a la IA y me voy a cebar un mate. Y seguimos.
En estas vacaciones de invierno nos vinimos a Salta, a visitar a la familia de Silvita.
Yo manejaba; ella respondía mensajes de clientes desde mi celu, cerraba tareas pendientes, organizaba publicaciones, editaba imágenes…
Y de paso, hacía de copiloto, resolvía conflictos de los pequeños del asiento de atrás o abría algún paquete entre curvas y GPS.
No se trata de mezclarlo todo, ni de vivir corriendo.
Se trata de trabajar en familia, o mejor dicho, en equipo, sin estrés y sin perderse lo importante.
Porque al final, lo que hacemos también somos nosotros.
Jul25-Por Silvita
Dicen que cualquier situación cotidiana puede servir para pensar otra cosa.
(Como esos capítulos de los Simpson que explican el mundo).
A mí me está pasando con una mudanza… y la comunicación.
En breve me cambio de casa. Desde hace semanas vengo llevando bolsos, cajas, bolsas, cosas.
Y por más que saco y llevo, la casa se sigue viendo igual… o peor.
Desordenada, como si nada hubiera cambiado.
Me había seducido la idea de aprovechar la movida para soltar cosas.
No con melancolía, sino con alivio. Pensé: “esto ya fue”.
Pero al final, no tiré casi nada. Y eso me frustró.
¿Era que no tenía tantas cosas inútiles como creía?
¿O no me tomé el tiempo de revisar bien?
En medio del caos, me descubrí haciendo malabares de lógica doméstica:
¿Guardo los platos… pero entonces, en qué como?
¿Empiezo por los adornos… y dejo colgado el cuadro del tío tucumano que nadie conoció?
¿Existe una secuencia correcta?
Y como todo tiene que ver con todo, ahí me encontré pensando en la comunicación.
Esos textos que armamos buscando claridad.
Esa frase que amamos pero no encaja.
Esa información que tenés pero no podés usar.
Ese momento en que entendés que comunicar también implica decidir. Y sacrificar.
Yo aprendí, estudiando y lo aplico trabajando, que si no te duele dejar algo afuera, quizás no buscaste lo suficiente.
Porque cuando investigás de verdad, cuando tenés material de sobra, entonces aparece la parte difícil: elegir qué queda... y qué no.
Pero ahora me encuentro del otro lado. Con la imposibilidad de soltar.
Y esa también es una lección.
Porque en comunicación, a veces hacemos lo mismo:
no queremos dejar nada afuera. Nos cuesta priorizar. Nos da miedo omitir.
Y entonces el dilema es este:
¿Soltar para avanzar, o sostener para no perder?
En una mudanza.
En un texto.
En la vida.
Activar para ver una imagen más grande.
Jul25-Por Gabi
A veces uno se embala. Escribe, pública, de pronto las ideas se atropellan unas con otras y todo se hilvana como un hilo que cose de aquí, ajusta de allá y arma una prenda. Entonces conecta ideas como si el motor nunca fuera a aflojar, como si el avance fuera permanente, pero no. De pronto… silencio. Ni una coma, ni una frase, nada, solo silencio.
Entonces comenzás a tener esa sensación extraña, esa molestia que no llega a ser dolor, pero que no se va, como si debieras algo, como si estuvieras en falta. Y no cambia que haya o no un lector desesperado por leer, poco importa si alguien está refrescando la página en busca de algo nuevo o no. Porque esa sensación está, como si hubieras abierto una puerta y después te hubieras ido sin decir chau.
La verdad es que no pasa nada. La vida sigue. La gente también. Pero el que escribe por gusto, también escribe con cierta lealtad, a uno mismo, a lo que quiere decir, y tal vez también a quien alguna vez se quedó pensando en un párrafo. Aun así, nos permitimos los baches, bajar el ritmo, salir un momento, tomar aire, hinchar los pulmones, soplar fuerte, soltar un grito, después una carcajada. En fin, fluir.
Con ese cambio de aire, volvemos, no a rendir cuentas, ni a saldar deudas, sino porque nos gusta estar. Aunque sea con un par de líneas que rompan el silencio.
Jun25 -Por Gabi
Se ha escrito mucho sobre el alfajor… y con razón.
En Argentina, más que una golosina, es una institución.
Yo siempre digo, mitad en broma, mitad en serio, que el alfajor es la fruta más fácil de pelar. Me encanta. Y disfruto probar nuevos sabores, versiones artesanales y cualquier cosa que se le parezca.
Pero un día, Silvita apareció con una propuesta inesperada,
Te propongo un juego, dijo, con tono misterioso.
Cada semana, cada uno por su lado, tenía que descubrir una nueva golosina, preferentemente un alfajor, y ponerle puntaje.
El que suma más… bueno, todavía no sabemos qué gana, aunque en realidad, el premio es disfrutar juntos el desafío.
Lo cierto es que nos lo tomamos en serio.
Queremos ganar, queremos comer un buen alfajor,
y sobre todo, queremos seguir jugando.
El juego ha comenzado.
Jun25 -Por Silvita
Hoy es domingo. No vamos a enseñar nada, ni a compartir tips. Solo estuvimos pensando.
Últimamente notamos una gran cantidad de posteos sobre cómo usar IA. Muy bien armados. Tan claros y detallados que incomoda un poco.
No por lo que dicen, sino por lo que nos hizo pensar después.
Porque si todos usamos las mismas instrucciones, los mismos comandos, los mismos prompts…
¿qué tan lejos estamos de que el contenido se vuelva automático? ¿Y el pensamiento?
La pregunta no es si el texto está bien.
Es si la persona que lo firma sabe de lo que habla.
Y ahí nos fuimos un poco más lejos y en medio del desayuno las dudas comenzaron a inquietarnos más aún.
Porque la cuestión no es solamente con quienes escribimos y lo que hacemos.
¿Qué pasa con los profesionales a los que recurrimos todos los días?
El arquitecto que construye una casa.
El farmacéutico que vende un medicamento.
El docente que enseña a nuestros hijos.
El comunicador que representa a una institución.
No queremos ser injustos, sabemos que muchas carreras tienen formación práctica, supervisión, experiencia en campo,
pero también sabemos que en muchas profesiones eso no se ve tan claro.
Y cuando las herramientas automáticas ganan terreno, ¿cómo distinguimos la habilidad real del resultado bien editado?
Gabriel, dice que en algún momento va a haber un vuelco: que vamos a cansarnos de lo artificial y a buscar lo humano.
Tal vez sí. Tal vez no. Yo no lo sé.
No tenemos una conclusión. Solo una inquietud:
¿Estamos mirando la forma… o la formación?
Aunque, entre nosotros, en casa ya tenemos una respuesta:
“Un día nos va a matar la licuadora.”
Jun25 -por Silvita
Escribimos un comunicado.
Se pensó, se corrigió, se ajustaron las palabras.
Estaba listo para salir… pero no salió.
No fue un error ni un olvido. Fue una decisión.
"Mejor dejémoslo para otro momento", dijeron.
Y entonces una duda queda flotando:
¿ese trabajo, que se hizo con tiempo, criterio y mirada estratégica… vale igual?
La respuesta es sí. Claro que sí.
Porque aunque no se publique, hay análisis, hay lectura del contexto y hay intención de cuidar la imagen de la institución.
Y eso —aunque no siempre se vea— es valor profesional.
También pasa en lo cotidiano: muchas veces hacemos tareas sin que nos las pidan y prevenimos problemas antes de que aparezcan, porque ya pasó antes y sabemos lo que pasará después o simplemente porque contamos con esa intuición innata o entrenada. Con acciones y gestos colaboramos a sostener el clima laboral.
¿Cómo se mide lo que no pasó?
¿Cómo se valora lo que se evitó?
Lo cierto es que no todo lo que importa se ve y no todo lo que se ve, importa.
Jun25 -Por Gabi
Nuestros días no son típicos.
Entre recordatorios de actividades escolares, comidas que hay que preparar, basura que sacar… están todas esas tareas profesionales que también llevan su tiempo.
Para bien o para mal, las pantallas están siempre presentes. Entonces, el desafío es el justo balance.
En un momento, Silvita está escribiendo un texto y alguien quiere un vaso de yogurt: allá vamos, y después seguimos.
En otro, Gabi está avanzando en un programa y el piso se convierte en lava.
También llegan las voces firmes cuando el juego se descontrola, no se respetó un turno de saltar, o alguien lloró.
Esta vez, la jornada nos encontró pensando el contenido para el Día del Padre: una imagen linda, representativa, emotiva… en fin, teníamos más de una docena de ideas.
Preparamos el mate —que siempre aparece después del desayuno— y entonces arrancamos con toda la energía.
Vaca, como siempre, ya estaba en posición, controlando todo.
De repente, Milo quiso aportar.
Se acercó despacito y se ubicó en el centro de la atención.
Todas las ideas se esfumaron.
Ahí estaba todo lo que queríamos mostrar.
Ni siquiera hacía falta agregar más.
Manos y manitos. Ideas. Y alguien que vigile todo desde el fondo.
Como siempre decimos: muchas de las mejores ideas surgen de lo más simple, del día a día.
La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando, dijo alguna vez Pablo Picasso.
En nuestro caso, el trabajo se mezcla con la vida.
Pero no la invade, no la anula, no la pospone.
Por eso todo nos inspira.
Y por eso, perrovaca.com trata de conectar, de brindar soluciones y de ser parte.
Jun25 -Por Silvita
"Mi Oficina es la peatonal", suelo decir, mitad en broma, mitad en serio.
Somos tres mujeres compartiendo espacio, tareas, ideas, silencios y hasta canciones.
Tenemos personalidades, temperamentos y reacciones distintas. Y, aun así, funciona.
A veces discutimos alguna idea o una propuesta.
Otras veces alguien canta.
O, incluso, en momentos alguien tira un dato random.
Y entre una cosa y otra, el trabajo... avanza.
O tropieza. No sé bien.
Cada una tiene sus tareas, sí. Pero también hay algo más:
las tareas espontáneas, las urgencias mágicas, los "𝘮𝘦 𝘢𝘺𝘶𝘥𝘢𝘴 𝘤𝘰𝘯 𝘦𝘴𝘵𝘰" que llegan sin aviso.
El teléfono suena. Un mensaje entra. Alguien se asoma.
Y ahí estamos, otra vez, reorganizando el día.
Entonces surge la pregunta, esa que vuelve cada tanto:
¿Resuelvo esto porque puedo? ¿O sigo con lo que estaba haciendo porque también importa?
El caos no me abruma.
Pero la energía que se dispersa, sí.
Y en lo posible, prefiero que el apuro de otro no invalide mis tiempos.
¿También te pasa? ¿Cómo manejás lo urgente cuando interrumpe lo importante?
Jun25 -Por Silvita
Mi hijo Lorenzo tiene 7. Sabe vestirse, armar su mochila, hacer tareas y muchas otras cosas. Pero a veces me pide ayuda y otras veces no me la pide pero yo, apurada, intento resolver por él.
Lo curioso es que, cuando lo dejo hacerlo solo, tal vez tarda más... pero lo hace bien. Y cuando lo hago yo “para que sea más rápido”, suelo olvidarme cosas, meter mal un cuaderno o dejar la cartuchera abierta.
Pensaba en eso y me vino a la cabeza una idea clave:
No siempre ser más rápido es ser más eficaz. Y no siempre hacer más, es ser más productivo.
Por mucho tiempo se midió la productividad con una lógica lineal: más horas = más compromiso. Estar en la oficina 8, 9, 10 horas era sinónimo de buen profesional. Pero hoy sabemos que hacer más no siempre es hacer mejor, y que trabajar más no siempre implica impacto real.
En lo profesional, como en la crianza, muchas veces actuamos bajo presión, con apuro, priorizando la velocidad y la cantidad. Pero:
¿Cuántos errores cometemos por no darnos tiempo?
¿Cuántas cosas tenemos que hacerlas 2 o más veces porque el apuro nos hizo confundir?
¿Qué dejamos de lado por cumplir rápido?
¿Cuánto talento se desperdicia por no permitir un ritmo propio?
Hoy valoro mucho más lo que Lorenzo me enseña sin proponérselo:
Hacerlo bien, aunque lleve más tiempo, sigue siendo productivo.
Porque no hay eficiencia sin cuidado, ni eficacia sin sentido.
¿Vos también sentís que es hora de revisar qué entendemos por trabajar bien?
Jun25 -Por Gabi
En más de 25 años trabajando en desarrollo —sobre todo de software— me crucé con muchos proyectos que arrancaban con toda la fuerza: equipos motivados, ideas claras, presupuesto aprobado.
Y sin embargo, al tiempo… desaparecían.
Quedaban congelados, abandonados, o en un limbo eterno.
A veces con medio sistema funcionando.
A veces con miles de horas encima.
A veces listos para salir… pero sin decisión política, sin voluntad de implementación o sin el timing adecuado.
Y sí: duele. Porque uno se involucra. Porque uno sueña. Porque uno le pone el alma.
De más joven —y más idealista— me lo tomaba personal.
Sentía culpa. Me preguntaba qué había hecho mal. Me pesaba que tanto trabajo no se viera reflejado en un “sistema en producción”.
Con los años entendí que no todo depende de uno.
Y que hay factores —políticos, económicos, institucionales, humanos— que pueden frenar o matar un proyecto de un día para el otro.
Eso no quiere decir que haya que bajar los brazos.
Sí hay que ponerle el alma. Pero no toda la vida.
En mi caso, cada día le pongo el cuerpo al trabajo, pero también me reservo tiempo para tres cosas que me salvan:
la familia, los amigos y el deporte.
Porque cuando un proyecto no avanza, cuando algo se traba o se cae, ahí es donde hay que aprender a soltar.
Seguir, aunque no se vea.
Jun25 -Por Silvita
En un mundo donde cualquier persona puede “comunicar”, sobre todo en redes, muchos se preguntan:
¿Sigue siendo clave el rol de los profesionales?
Mi respuesta es un sí rotundo. Pero con matices.
Lo más desafiante es cuando quienes toman decisiones suponen que “cualquiera” puede ocuparse de la comunicación institucional. Que basta con saber escribir, tener buena presencia o manejar redes.
Pero gestionar la imagen de una institución va mucho más allá.
Hoy más que nunca se necesita a alguien que:
Traduza mensajes complejos al lenguaje de las demás personas.
Interprete el contexto social y cultural antes de accionar.
Actúe como mediador entre la institución y su entorno.
Construya coherencia a largo plazo, incluso en la inmediatez.
Comunicación y Relaciones públicas no es sólo “dar buena imagen”, es anticipar, gestionar, cuidar, conectar y sostener.
Porque en un entorno hipersensible y sobreinformado, la diferencia entre comunicar bien o mal puede tener consecuencias reales.
¿Te pasó alguna vez estar en un entorno donde no se valorara la comunicación como profesión? ¿Cómo lo abordaste?
Jun25 -Por Gabi
Así se transfiere el timón de una marca (sin hundirla)
Hace poco nos tocó asumir la administración de contenido de un nuevo cliente. El traspaso duró tres días. No hubo contacto con el administrador anterior. Las contraseñas y códigos de verificación nos llegaban tarde, pasando entre varias manos, antes de recibirlas. Y para complicar más las cosas, todo tenía doble verificación.
Sentimos que molestábamos cada vez que pedíamos acceso a una casilla o a la cuenta de Instagram. No porque alguien nos tratara mal —de hecho, se notaba que tenían la mejor voluntad—, pero el proceso no estaba pensado.
Ese caos (habitual, pero evitable) fue el empujón para escribir este apunte. Porque cambiar de manos no debería sentirse así. Debería ser un proceso cuidado, claro y consciente.
Transición de contenido: ¿Cómo debería hacerse?
NO al shock digital
Cambiar todo de golpe confunde al público.
Las audiencias perciben rupturas abruptas como crisis.
El "fade": transición progresiva
Ideal cuando hay continuidad institucional.
Permite ajustar tono, estética y mensajes con tacto.
Se puede usar una “voz puente”: una figura que acompañe el cambio (ej: un nuevo Community Manager que se presenta).
Cuándo sí conviene resetear
Si la marca quiere cortar con algo negativo del pasado.
Si hay un cambio profundo en misión, valores o público objetivo.
Aún así: contar qué cambió y por qué.
Herramientas clave
Manual de marca (si existe) o crear un mini brief con lo básico: tono, logos, públicos, mensajes clave.
Calendario editorial con posts mixtos (pasado + nuevo enfoque).
Lista de accesos, activos digitales, campañas vigentes.
El tono importa más que el logo
La continuidad no es solo visual.
El tono, la forma de responder, el ritmo de publicación... todo construye confianza.
Nota final: No creemos en los rebrandings violentos. Preferimos la buena conversación, las decisiones con contexto y los cambios que no solo se ven... sino que se entienden.
Junio25 -Por Gabi
Hoy, 2 de junio , en Argentina, celebramos el Día del Perro.
Una fecha que nació en homenaje a Chonino, un perro de la Policía Federal que dio su vida en acto de servicio. Desde entonces, cada 2 de junio recordamos lo que representa un perro: lealtad, coraje, entrega, compañía.
En perrovaca.com llevamos ese espíritu en nuestro nombre, en nuestro logo… y también en cómo trabajamos.
Hoy nos auto saludamos. Porque no somos solo una marca.
Somos un equipo que cree en el compromiso, la creatividad, y la fidelidad.
Feliz Día del Perro. Feliz día, perrovaca.com.
Mayo25 -Por Gabi
Se cumplieron 100 años de que Federico Leloir, sin preámbulos ni reuniones de comité, inventara la salsa golf.
Sí, el mismo que años más tarde ganaría el Premio Nobel de Química.
Pero esta historia no empieza en un laboratorio.
Empieza en un almuerzo con amigos, en el Golf Club de Mar del Plata, el 28 de mayo de 1925.
A Leloir no lo convencía ninguno de los aderezos que tenía sobre la mesa para acompañar sus mariscos. Así que, sin más, mezcló mayonesa con ketchup, le sumó unas gotas de coñac y un toque de tabasco. La probó. Funcionó.
Y sin darse cuenta, había creado algo nuevo.
“¿Y cómo se llama esto?”
“Salsa golf”, dijeron. Listo.
Nada de procesos largos, hipótesis validadas ni focus groups.
Sin vueltas... una genialidad.
Mayo25 -Por Gabi
Mis primeros pasos en programación no fueron profesionales.
Ni siquiera fueron por curiosidad técnica.
Fueron en la primaria, a los 9 años, en una clase de computación donde conocí Logo.
Ese lenguaje donde una tortuga dibujaba líneas con comandos como FORWARD 100.
Ahí descubrí que una máquina podía obedecerme.
Y más adelante, con una Texas Instruments TI-99/4A en casa, llegó el Basic:
pantalla azul, letras blancas y el mundo abierto con 10 PRINT.
Una vez copié un juego de cartas desde una revista.
Lo programé entero, línea por línea.
No sabía jugar a las cartas.
Ni siquiera sabía si el juego funcionaba.
Pero verlo correr en pantalla fue suficiente.
Porque a los 9 años, lo importante no era entender todo…
Hoy, con mis 50 años, sé que entender todo no es el punto.
Lo esencial sigue siendo lo mismo de siempre: tener ganas de hacerlo andar.
En perrovaca.com siempre tenemos ganas de hacer andar las cosas.
Mayo25 -Por Gabi
¿Qué pasa cuando alguien "cumple con lo pedido", pero el resultado no es el que esperábamos? Este experimento visual con Milo —sí, un chico que se puso un pantalón en la cabeza en vez de usarlo “como corresponde”— nos deja una enseñanza sobre algo que en las organizaciones pasa todos los días: la diferencia entre decir algo y lograr que el otro lo entienda como fue pensado. En comunicación, no alcanza con emitir un mensaje. Tampoco con que llegue. Ni siquiera con que se interprete de forma literal. Lo importante es que se entienda en el mismo sentido que fue creado. Y eso requiere más que palabras: requiere contexto, herramientas, empatía, paciencia y ajuste. En perrovaca.com trabajamos con equipos que entienden que comunicar no es simplemente hablar, es conectar. Porque cuando se trata de ideas, diseño, branding o estrategia... todo lo que puede salir mal en comunicación, va a salir mal. A menos que lo trabajemos en serio, con claridad, con humor y con compromiso.